Viajar por el Sudeste Asiático es una experiencia difícil de olvidar; es ver otra cultura muchas veces opuesta a la que conocemos. Formas de actuar desconocidas, pensamientos que en nuestro modo de ver las cosas no existen. Pero allí sí están presentes, en ese lugar que muchos llaman tercer mundo y que, sin embargo, sorprende con sus ciudades repletas de rascacielos y de gente sonriente. Después de haber recorrido los rincones que esconde el Sudeste Asiático, nada será lo mismo. ¿Te suena?
La compra en el supermercado se ve con otros ojos
Ves cómo familias con pocos recursos pueden desayunar, comer y cenar con apenas 1 euro al día. Arroces, noodles y vegetales hacen posible que comer en estos países sea muy barato. Pero también cuentan con manjares como el mango, la piña o el coco con los que fabrican numerosos productos a los que uno no puede resistirse. Sin embargo, cuando llegas a España y te fijas en sus precios, te entran menos ganas de beber agua de coco o comprar una piña ya pelada. Ahora recuerdas cuánto costaban allí ciertas cosas y, como decimos aquí, las comparaciones son odiosas.
Los trayectos se te hacen mucho más cortos que al viajar por el Sudeste Asiático
Tienes ganas de viajar, aunque sea el fin de semana a la provincia de al lado. Le propones a tus amigos coger el coche y hacer una escapada para desconectar a unas tres horas de vuestra ciudad. ¿Y qué respuesta te encuentras? ¡Dos horas! ¡Estás loco, qué lejos! Aquí se nota que, después de un viaje en autobús de casi 24 horas, con cruce de frontera incluido, barcos, triciclos y motos uno está curtido. Y eso de coger un coche durante tres horas parece un pequeño paseo.
¡El agua del mar está muy frío!
Sólo las aguas de nuestro Mediterráneo se acercan un poco a las temperaturas del Pacífico y del Índico, pero no alcanzan su calidez. Es lo que tiene el clima tropical, lo frío que esté el agua nunca es un problema, de hecho, a la hora de viajar por el Sudeste Asiático te gustaría que refrescara un poco más. Así que si vuelves derecho al Cantábrico, cuidado con el primer baño y paciencia, ya que necesitarás un tiempo para volver a acostumbrarte a sus aguas.
Y el de los ríos también
Echarás de menos la pureza del agua de los ríos. Antes siempre había uno cerca en el que darse un chapuzón y paliar como en ningún sitio ese calor tropical, compañero de viaje inseparable. Pero de vuelta en España, la cosa cambia y mucho. No es tan fácil encontrar un río limpio, impoluto como aquellos que probaste en Asia. Y mucho menos uno en el que puedas nadar sin morir de frío en el intento. Tendrás que esperar a que llegue el verano. Una pena, porque aún recuerdo cómo hace un par de décadas nos bañábamos en un Duero en el que hoy me pensaría dos veces darme un baño.
Ver rostros asiáticos te resulta familiar
E incluso te gustaría ver más, ya que te recuerdan todos los buenos momentos de viajar por el Sudeste Asiático. Te encanta ver cómo aquellos que han sido tus hospitalarios anfitriones también viajan y disfrutan de tu país. Además, sientes que son como de la familia, verlos te acerca a aquella experiencia que has vivido y que te encantaría repetir. Al menos ya tienes tema de conversación con ellos. Te has acercado a su cultura y eso es algo que tus interlocutores agradecen.
Tu equipaje es más ligero y no te falta de nada
La experiencia que te da la vida nómada en Asia supone un máster a la hora de hacer tu equipaje en tus nuevas visitas. Menos es más, por lo que una mochila en la que llevar lo justo ahora es mejor que un maletón en el que meter lo máximo posible. De hecho, es una prioridad absoluta minimizar los kilos y los bultos porque moverte con ellos puede suponer un problema en tus viajes. Ahora eres consciente de esto y sabes adaptar mucho mejor lo que llevas y a dónde lo llevas.
Echas de menos el contacto con la naturaleza
Tus cinco sentidos añorarán la sensación de total conexión con la naturaleza que has vivido. Tus ojos querrán igualar la belleza de la que disfrutaron en tus andanzas por Asia, así que ahora buscas lugares singulares, bellos, en los que sentirte igual de lleno. Otra cosa no, pero en España también contamos con infinidad de joyas naturales de gran diversidad. Quizás sea el momento perfecto para redescubrir nuestro propio país. Si el mundo entero tiene los ojos puestos en España, ¿por qué no también nosotros le dedicamos un hueco en nuestra lista de viajes pendientes?
Intentas imitar la gastronomía local pero mueres en el intento
Vale, necesitas salsa de soja, leche de coco, yuzu, pan de gambas, cardamomo, hojas de curry, durian, brotes de bambú, algas, petai, cúrcuma, camote, zumo de calamansi, tempeh, pandan… Alimentos populares que descubres al viajar por el Sudeste Asiático ¿Por dónde empezar? No te molestes. Aunque muchos han visto negocio en acercar la gastronomía asiática a Europa, los precios siguen siendo caros. Además no estarían tan sabrosos como allí.
Animas a todos tus amigos a conocer las maravillas del continente
Eres consciente de que el viaje ha supuesto una experiencia única e irrepetible, llena de satisfacciones personales y quizás profesionales. Por eso animas a todos tus conocidos a reservar dos semanas, un mes, un año o el tiempo que puedan a ir. Les dices que no se preocupen, que todo irá bien, aunque a algunos con la boca más pequeña que a otros. Eso sí, si alguien te hace caso, estarás deseando escuchar sus vivencias a su regreso.
Después de viajar por el Sudeste Asiático sonríes más
La sonrisa es lo que más abunda en esta parte del mundo. Ni el peligro, ni las catástrofes naturales, ni los secuestros. Tampoco los mosquitos, ¡y mira que son muchos! Parece increíble pero en estos países súper poblados encuentras millones de personas felices. Sonríen en cada momento con y sin motivo. Aunque no seas consciente, esta felicidad la traerás contigo al que llaman el primer mundo. Y será, sin lugar a dudas, el mejor souvenir posible. ¡Más sonrisas, por favor!